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De los “No Convencionales” y sus Particularidades

Los hijos no convencionales tienen un alma demasiado peculiar. Y es ahí, donde los padres de esos hijos tienden a equivocarse. Creen conocerlos, están convencidos que no hay como los consejos que insistentemente les dan, piensan que, “a su manera”, es la única opción para salir a desarrollarse. ¡Craso error! Esa alma particular hace que ellos miren diferente, sientan de otras maneras, piensen distinto, y se expresen contrario a los cánones establecidos.

Resultan, entonces, chocando estrepitosamente. ¡No los entendemos! Es que vienen y nos dicen, así como así, y en el día que su alma no aguanta más, que quieren ser: músicos, artistas plásticos, bailarines, cineastas, futbolistas, escritores, chefs, estilistas, actores, raperos, electricistas, plomeros, y hasta magos. Y en cuestión de segundos, y después de sacudir la cabeza unas cuatro veces de lado a lado, y no entendiendo del todo, salimos con: <Espera, ¿qué quieres ser qué?>.

En procura de una rápida asimilación de esa verdad absoluta, y que nos choca, es donde se entra en una espiral de confusión total. Empieza un tira, que jala”, y cuesta entrar en terreno neutral. Pero, si es que no es para menos. Procedemos de una era donde se inculcó sagradamente que, sin una educación formal, no se llegaría a tener un futuro promisorio. Hacemos parte de la fábrica de abogados, economistas, administradores, arquitectos, contadores, médicos y profesores. Los formales tienen la estructura suficiente y necesaria para alcanzar todas las metas propuestas, los formales, todos, sin excepción, resultan siendo exitosos. ¡Qué gran falacia! Y por mucho que me apasione la academia y las bases que proporciona, no hay garantía de absolutamente nada.

Lo que funciona en la vida es una combinación de múltiples factores. Nunca es una sola cosa. Y para los “no convencionales” se trata de romper esquemas, darle vuelta a lo tradicional, es creer en otras maneras de vivir. Los mueve una sensibilidad que no alcanzamos a comprender. Y cuando por fin nos da la gana de asimilarlo, es a veces muy tarde. Se marchitan.

El alma no convencional necesita ser entendida, escuchada y en la medida de lo posible apoyada. El alma no convencional necesita que comencemos a creerle, urge generarles confianza. Y por cosas de la vida, y por culpa de nuestros propios paradigmas arcaicos, los no convencionales deben esforzarse y dedicarse a lo suyo con mucho más ímpetu. Porque de alguna manera deben demostrar al mundo entero que no se equivocaron.

¡Qué ironía! Como si nosotros lo tuviéramos todo resuelto. ¡Otra gran mentira! Muchos aún andamos en búsqueda de dedicarnos a eso que realmente nos mueve, nos ilusiona y nos identifica. Porque la verdad, verdad, no es culpa del tatarabuelo/a, bisabuelo/a, abuelo/a, o tío/a de que haya salido así. De nadie. Simplemente, es la propuesta honesta de un ser que anhela ser autónomo.

Mamá, papá, muy seguramente, alguno de ustedes, o los dos, tienen un alma muy singular. Lástima que quedó ajada, mustia, marchita…

Andrea André
Comunicadora Social-Periodista
Universidad Externado de Colombia
Bogotá – Colombia.
Especialista en Gerencia de Recursos Humanos
Universidad Tecnológica de Bolívar
Cartagena – Colombia.