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¡Machu Picchu a través del Camino Inca, una experiencia para vivir!

Este verano, tuvimos la increíble oportunidad de emprender un viaje que nos llevaría al mágico Machu Picchu a través de 43 kilómetros inmersos en Los Andes. A pesar de experimentar el mal de altura durante nuestra estadía en Cusco, donde pasamos 2 o 3 días aclimatándonos, no puedo evitar recordar lo que sentí al planificar una caminata de 4 días con mi familia por montañas, escaleras naturales, subidas y bajadas hacia un lugar remoto y maravilloso. El Camino Inca nos esperaba: dormiríamos en carpas, lejos de servicios sanitarios, agua potable y la comodidad de una cama limpia para descansar por la noche. Mis hijos, curiosos, me preguntaron una y otra vez por qué debían formar parte de esta aventura. Además, estaríamos sin conexión a internet durante 4 días, sin acceso al wifi al que estamos tan acostumbrados.

Sin embargo, una vez que comenzamos nuestro viaje, y nos entregaron nuestros bastones para caminar y nuestras mochilas con agua, toda incertidumbre desapareció. Después de solo 4 horas en el camino, volvió a mi corazón la tranquilidad y la certeza de que estábamos haciendo lo correcto. Recordé por qué deseaba tanto realizar este viaje con mis hijos, ya que había recorrido el mismo camino con mi esposo 5 años atrás.

Decir que caminamos juntos paso a paso sería una gran mentira. Con una diferencia de tres décadas, el ritmo de caminata en la montaña es muy diferente. Sin embargo, la experiencia en sí es simplemente única. ¿Es el paisaje?, ¿los lugareños?, ¿la inmensidad de la naturaleza?, ¿el cansancio acumulado?, ¿conocer a otros turistas, algunos corriendo y otros yendo más despacio?, ¿la presencia de los Apus?, ¿las montañas a quienes se les pide permiso para masticar hojas de coca?, ¿las historias de los guías, que no solo comparten su conocimiento, sino también sus propias experiencias al llevar a miles de turistas con diferentes motivaciones?

Es todo eso y más. Es la presencia infinita de la Vía Láctea en una noche despejada y estrellada. Son los escalones tallados hace cientos de años por una civilización que se extendió desde Chile hasta el sur de Colombia. Es haber presenciado el asombro de mis hijos frente a los imponentes nevados de Vilcabamba, mientras disfrutaban de una fruta recién cosechada y jugosa, justo lo que necesitábamos para recuperar energías. Es explorar las ruinas de los tambos, lugares de descanso y siembra, entre las montañas, y finalmente llegar a la ciudad de Machu Picchu. Allí, aprendimos más sobre su historia y costumbres, mientras las paredes nos contaban su existencia. Admiramos las habilidades de los escultores y arquitectos al ver las paredes de los recintos aparentemente religiosos con un acabado y encaje perfectos.

Machu Picchu, también conocido como un gran portal energético, es mucho más que un lugar turístico. Es una experiencia que todos deberían vivir al menos una vez en la vida. Es un viaje que te conecta con la naturaleza, la historia y la esencia de una cultura ancestral. Es un recordatorio de la grandeza de la humanidad y de nuestra capacidad de asombrarnos frente a la majestuosidad del mundo que nos rodea.

Machu Picchu a través del Camino Inca, es más que un lugar, es más que un destino, se trata de una experiencia inmune al aburrimiento, una experiencia en familia que hay que vivir.